lunes, 4 de junio de 2012

Pico Almanzor


En esta ocasión la zancada ha sido más amplia y llegamos desde casa al mismo corazón de la Sierra de Gredos, pero antes,  por nuestros ojos han pasado imágenes de extensas zonas de Tierra de Campos cultivados de cereales como el trigo, la cebada, ect., los viñedos de Rueda, los encinares, las dehesas con las famosas vacas avileñas, las murallas de Ávila y ya en Hoyos del Espino, el monumento a la cabra montesa sin faltar el bonito camping rodeado de amplios pinares.

Seguidamente un vídeo de la secuencia en fotos de la ruta desde la salida hasta la llegada.

La Plataforma es el lugar donde se acaba la carretera,  desde donde parte la ruta para llegar al Circo de Gredos y donde  llegamos  justo a la hora para comer, por lo que debemos acomodarnos para tal fin. 

Pero antes nos recibe una mansa cabra que posa muy encantada para ser fotografiada.

Decidimos hacer la foto de grupo antes de dispersarnos.

Miramos  el panel informativo para hacernos a la idea del recorrido hasta el refugio.


Iniciamos la ruta a través de este camino empedrado que nos guía en todo momento.

Hacemos  una pequeña fila.

A nuestra izquierda dejamos el pluviómetro.

Comienza una pequeña cuesta.

Atravesamos el paraje llamado Prado de las Pozas.

Nos encontramos con el río Pozas

Lo salvamos por encima de este puente de hormigón.

Un nuevo ascenso.


Una mirada hacia atrás.

Continúa la pendiente hasta llegar al alto de los Barrerones.

Un indicador nos señala que vamos por buen camino.

Aparece una senda sin suelo pedregoso.

Un puente entablado  para favorecer el paso.

Toca zigzaguear hasta coronar el alto.


Un riachuelo cruza la ruta con unos pequeños pilares para no mojarse.

Nos acercamos a la Fuente de los Cavadores.

Tenemos restos de pequeños neveros que aún sobreviven.

Pero de esta fuente no mana ni una gota de agua.

Aunque tenemos la oportunidad de observar un macho de la típica cabra de la Sierra de Gredos.

Volvemos la vista hacia el camino andado antes de llegar al alto los Barrerones.
¡Hola,  Pico Almanzor!  Es el primer momento en el que vemos esta cima.

Junto al Pico Almanzor se encuentra La Galana, todos ellos rodeados de nieve.

Comienza el descenso desde los Barrerones hasta la Laguna Grande.

Atravesamos una zona poblada de vegetación, pero  esto no impide que se distinga perfectamente la senda.

Divisamos el amplio valle dibujado por los circos glaciares de épocas prehistóricas.

Desde este mirador tenemos un panel informativo con los nombres de cada uno de los picos.

Desde ahora es mucho más fácil, pues sólo es cuesta abajo.

Debe de tratarse de otro pluviómetro.

En la bajada oteamos la gran laguna.

Desde la lejanía se puede percibir  por dónde discurre el camino.

Más bajada en forma de grandes peldaños artificiales.

Nos interrumpe una fría fuente, idónea para refrescar  a estas alturas de la tarde.

Es en este punto la ruta hace un marcado zig-zag.

En todo momento tenemos como punto de referencia al Pico Almanzor.

Los manantiales, hasta llegar  a su curso, pueden formar pequeñas cascadas.

La Laguna está más cerca.

Los senderistas dejan constancia de su permanencia en Sierra de Gredos.

Tenemos la Laguna al alcance de la mano.

Es el lugar donde los animales se acercan para saciar su sed y a la vez pastar.

También les acompañan sus crías que juguetean en los riscos.

Con el sol las aguas parecen platear.

Se trata de aguas muy limpias que transparentan su fondo.

Al borde se pasean las salamandras con su paso lento y pausado.

Para llegar al refugio bordeamos la laguna por su margen izquierdo.

El camino nos obliga a pisar algo de agua.

A su alrededor brotan plantas primaverales de gran verdor.

Los rayos del sol en el horizonte.

La laguna desde su vértice más ancho.

Junto a ella está el refugio.

Atravesamos una pasarela.


La zona de donde se alimentan las aguas de la Laguna Grande.

La laguna desde el refugio.

Es hora de descansar, de cambiar impresiones o simplemente de hablar de lo que se tercie.

Atardecer en la Laguna Grande.

Últimos rayos de sol con Pico Almanzor al fondo.

Una foto antes de acostarse.

El estacionamiento de los helicópteros en caso de precisar su uso.

Después de una larga noche sin pegar casi ojo, salimos al exterior y vemos el amanecer  con los primeros rayos sobre el Almanzor.


Un poste informativo nos indica la ruta a seguir.

Subimos rumbo al pico y percibimos las formas redondeadas de las piedras por su desgaste en contacto con los glaciares.

Atrás dejamos la Laguna.

Existen balsas de frías aguas remansadas.

Nos siguen más senderistas.

Llegamos al nevero y hay que cambiar de indumentaria.

De entre las rocas surge un amplio arroyo.

Miramos hacia Pico Almanzor y reflexionamos sobre lo dura que va a ser la subida.

Hay que decidir el camino más accesible.

Poco a poco y sin pausa.

Comienza la zona de neveros.

En la Hoya Antón se forma una “Y” que conduce a la Portilla Bermeja o por el contrario, a Portilla  del Crampón. La mayoría opta por la primera opción.

La pendiente se hace notar, pero la subida es fácil al poder apoyarse uno en las pisadas marcadas en la nieve.

Alguien ha llegado ya a lo alto de Portilla Bermeja.

Arriba nos encontramos con un vivac.

Y ¡cómo no! Una vista espléndida de la sierra de la Vera.

A partir de este momento  las piedras aumentan de tamaño y la dificultad para salvarlas también aumenta.

Aunque parece que está cerca, debemos bordear por su cara norte  para hallar un acceso.

Desde aquí tenemos otra panorámica.

El último spring.

¡Otro impulso más... que estamos llegando!

Desde arriba distinguimos la Laguna Grande.

Es obligatorio hacer turnos para fotografiarse en el punto geodésico mostrando nuestra cara de satisfacción al haberlo conseguido.


Toca hacer el descenso.

Volvemos sobre nuestros pasos al punto de partida y como punto y final este gran bollo preñao.

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