domingo, 24 de junio de 2012

Ruta naviega


Como comenté en la entrada anterior, el sábado subimos a Espigüete en Palencia y el domingo nos fuimos a realizar la ruta Naviega en Asturias, es decir, cambiamos la montaña por el mar, el frío del norte por la brisa marina y el piar de los pajarillos  por el sonido de las gaviotas.

Esta ruta está organizada por el grupo de montaña y aire libre Peña Furada de Navia que convoca a todos los clubs y asociaciones a participar en la ruta que realizan todos los años desde la localidad de Bao hasta Navia bordeando toda la costa.

Esta era la XXIV edición y son ellos los encargados de llevar a cabo todo lo necesario para la buena marcha de la jornada. El recorrido es de 20 km aproximadamente, con una participación de 1.800 senderistas que partimos a las 10,30 de una campa donde previamente nos suministran un exquisito y calentito chocolate para encaminarnos posteriormente hasta la playa de Barayo, donde nos espera la agradable melodía de unos gaiteros y un primer avituallamiento consistente en: dos quesitos, dos porciones individuales de mermelada, cuatro caramelos y un botellín de agua.

La travesía transcurre entre maizales, praderas, riachuelos, arboledas de eucaliptos y  por caminos y sendas perfectamente preparadas, en donde la diferencia de desnivel apenas se aprecia, a excepción de algunos tramos, y desde donde se divisa el mar en todo momento, ya sea bordeado por  playas, por calas o por acantilados. Nos atrae el olor a mar tan característico, el batir de las olas y la inmensidad en la lejanía al que no estamos acostumbrados los de tierra adentro.

Nos recibe como núcleo urbano, Puerto de Vega, con sus bonitas casas orientadas al este y su pequeño puerto y ensenada dotados de embarcaciones y barcos  que recrean nuestra vista,  a lo que no le falta el acompañamiento, de nuevo, del grupo de gaiteros.

Sobre las 2:00 llegamos a la playa de Frexulfe en el Km 12,  donde recogemos el segundo avituallamiento que aplacará nuestro apetito y que consta de: un buen bocadillo de chorizo al estilo bollo preñao, un yogurt bebible, un tarrina de tarta de queso, una manzana y otro botellín de agua, que devoramos bajo una arboleda próxima a la playa, y a esto le sumamos el almuerzo que nosotros llevábamos: empanadas, tortilla, fiambre, vino, chupito y tartas (todo ello casero).Sin apenas descansar y con la barriga llena, reanudamos la marcha porque el cielo se anubla y amenaza lluvia sobre las cuatro de la tarde.

Un tercer avituallamiento, a la altura de la playa de Coedo, sirve para refrescarnos con un buen vaso de riquíiiiisima y fresca sangría que nos tienta a repetir una y otra vez después del sofoco de la digestión y de haber superado varias cuestinas. Este breve reposo nos permite reunirnos, escuchar música marchosa de un altavoz y hablar con alguno de los miembros de la organización.

No hay que perder tiempo pues hay que llegar a la playa de Navia antes que la lluvia haga acto de presencia, pero a la altura de la playa del Moro caen las primeras gotas que nos obligan a ponernos el impermeable si no queremos terminar empapados.

Bajamos la escalinata que da acceso al aparcamiento de la playa y parque de Navia y descubrimos una discoteca improvisada que invita a bailar o escuchar tranquilamente sentados (al resguardo) en las terrazas de los bares. Un poco desanimados por la lluvia, esperamos la llegada del autobús, aunque antes  se despeja y podemos disfrutar de algún que otro baile. Nos despedimos con pitadas del bus a lo que nos responden los asistentes con adioses con la mano y el deseo de repetir la ruta el año que viene.


miércoles, 20 de junio de 2012

Espigüete


Hemos tenido un fin de semana movidito y se inició el sábado con la  subida a Espigüete en un día de nieblas matutinas que esperábamos se dispersaran.
Como información, este macizo está situado en el parque Natural de las Fuentes Carrionas de Palencia, que alcanza una altura de 2.450 m de altura y que es de forma piramidal.
Dejamos el coche en el aparcamiento del Pino del  Llano y desde aquí existen dos alternativas: Una seguir la senda de Mazobre de 6 Km, ida y vuelta, y la segunda, iniciar el ascenso por la cara este en una pronunciada pendiente. 

En poco espacio alcanzamos cierto nivel, como indica la referencia del aparcamiento.

Comenzamos a divisar parte del pantano.

Y al lado opuesto,  Maraño de Arriba.

A nuestra derecha tenemos una panorámica de la senda de Mazobre perfectamente marcada.

Las nieblas siguen haciendo acto de presencia.

Hemos superado el primer tramo que vemos desde abajo.

Desde este punto vemos la cascada de Mazobre.

También divisamos el pantano en gran parte de su extensión.

Nueva subida después de un pequeño remanso.

Empieza a cubrirse de niebla el pantano, ... mal presagio.

Con una vistazo hacia atrás, observamos el perfil  este de Espigüete por el que hemos caminado.

Hemos llegado a la cota de niebla, evento nada favorable para alcanzar nuestro objetivo.

Las vistas que gozábamos hasta ahora quedan anuladas.

La niebla sólo nos deja ver a pocos pasos de nosotros.

Nos toca decidir si retrocedemos o por el contrario, avanzar hasta la cima. La suerte está echada: con el guía experto que llevamos … hay que coronar el pico.

El resultado del esfuerzo está aquí, en esta foto, a pesar de la niebla persistente que nos empapaba y nos impedía ver a pocos metros. Una pena no poder distinguir cada uno de los picos que rodean a Espigüete y el paisaje de alrededor.

Descendemos por la cara norte que nos conduce directamente hasta la senda de Mazobre, caracterizada por grandes neveros  de nieve blanda y por acumulación de  gravilla, sobre una pronunciada pendiente que al que más o al que menos le produce una caída, aunque procuremos bajar con tiento.


El tamaño de la pedriza aumenta y dejamos atrás la maldita niebla.

Comienza zona de monte con vegetación.

Divisamos las cascadas a las que nos dirigimos.

Este acceso es más practicable.

Notamos cómo nos salpica la cascada al chocar su caudal en el suelo y aprovechamos el momento para saborear sus frescas aguas.

Abandonamos el lugar por la senda marcada.

Y llegamos al punto de partida después de casi seis horas.

En el siguiente vídeo aparecen más fotos.



miércoles, 13 de junio de 2012

Ruta del piorno en flor


Aunque el día amenazaba lluvia pudimos hacer el paseo sin recurrir al impermeable y deleitarnos con la explosión de color que surge en esta época del año en los montes de León. La ruta comienza en Canseco, un bonito pueblo de alta montaña que goza de un arroyo que lo atraviesa, de recorrido circular por una pista de fácil acceso cuyo punto más distante es el refugio de Cascaro y que posteriormente abandonamos  a través de la maleza para enlazar con el camino de otra ruta que va desde este pueblo hasta Redilluera.
La característica principal de esta travesía es poder observar todo el colorido de los montes que inunda nuestra retina, es por ello que dejaremos que las imágenes hablen por sí solas de la belleza de la naturaleza, donde se combina el amarillo del piorno, el blanco y morado del brezo  con el verde de las praderas y del follaje de los bosques de robles o de hayas, siempre salpicado por grupos de otro tipo de flores. Por si fuera poco, toda esta riqueza de color viene acompañada del agradable olor de la flor del brezo o del espino de mayotal que empapa el ambiente y envuelve a quien lo percibe de tal forma que le gustaría eternizarlo de forma permanente en su memoria para el resto del año. Una experiencia digna de ver en vivo y en directo, muy lejos de parecerse a cualquier fotografía que  mostramos  a continuación amenizadas con La Primavera de Vivaldi.

lunes, 4 de junio de 2012

Pico Almanzor


En esta ocasión la zancada ha sido más amplia y llegamos desde casa al mismo corazón de la Sierra de Gredos, pero antes,  por nuestros ojos han pasado imágenes de extensas zonas de Tierra de Campos cultivados de cereales como el trigo, la cebada, ect., los viñedos de Rueda, los encinares, las dehesas con las famosas vacas avileñas, las murallas de Ávila y ya en Hoyos del Espino, el monumento a la cabra montesa sin faltar el bonito camping rodeado de amplios pinares.

Seguidamente un vídeo de la secuencia en fotos de la ruta desde la salida hasta la llegada.

La Plataforma es el lugar donde se acaba la carretera,  desde donde parte la ruta para llegar al Circo de Gredos y donde  llegamos  justo a la hora para comer, por lo que debemos acomodarnos para tal fin. 

Pero antes nos recibe una mansa cabra que posa muy encantada para ser fotografiada.

Decidimos hacer la foto de grupo antes de dispersarnos.

Miramos  el panel informativo para hacernos a la idea del recorrido hasta el refugio.


Iniciamos la ruta a través de este camino empedrado que nos guía en todo momento.

Hacemos  una pequeña fila.

A nuestra izquierda dejamos el pluviómetro.

Comienza una pequeña cuesta.

Atravesamos el paraje llamado Prado de las Pozas.

Nos encontramos con el río Pozas

Lo salvamos por encima de este puente de hormigón.

Un nuevo ascenso.


Una mirada hacia atrás.

Continúa la pendiente hasta llegar al alto de los Barrerones.

Un indicador nos señala que vamos por buen camino.

Aparece una senda sin suelo pedregoso.

Un puente entablado  para favorecer el paso.

Toca zigzaguear hasta coronar el alto.


Un riachuelo cruza la ruta con unos pequeños pilares para no mojarse.

Nos acercamos a la Fuente de los Cavadores.

Tenemos restos de pequeños neveros que aún sobreviven.

Pero de esta fuente no mana ni una gota de agua.

Aunque tenemos la oportunidad de observar un macho de la típica cabra de la Sierra de Gredos.

Volvemos la vista hacia el camino andado antes de llegar al alto los Barrerones.
¡Hola,  Pico Almanzor!  Es el primer momento en el que vemos esta cima.

Junto al Pico Almanzor se encuentra La Galana, todos ellos rodeados de nieve.

Comienza el descenso desde los Barrerones hasta la Laguna Grande.

Atravesamos una zona poblada de vegetación, pero  esto no impide que se distinga perfectamente la senda.

Divisamos el amplio valle dibujado por los circos glaciares de épocas prehistóricas.

Desde este mirador tenemos un panel informativo con los nombres de cada uno de los picos.

Desde ahora es mucho más fácil, pues sólo es cuesta abajo.

Debe de tratarse de otro pluviómetro.

En la bajada oteamos la gran laguna.

Desde la lejanía se puede percibir  por dónde discurre el camino.

Más bajada en forma de grandes peldaños artificiales.

Nos interrumpe una fría fuente, idónea para refrescar  a estas alturas de la tarde.

Es en este punto la ruta hace un marcado zig-zag.

En todo momento tenemos como punto de referencia al Pico Almanzor.

Los manantiales, hasta llegar  a su curso, pueden formar pequeñas cascadas.

La Laguna está más cerca.

Los senderistas dejan constancia de su permanencia en Sierra de Gredos.

Tenemos la Laguna al alcance de la mano.

Es el lugar donde los animales se acercan para saciar su sed y a la vez pastar.

También les acompañan sus crías que juguetean en los riscos.

Con el sol las aguas parecen platear.

Se trata de aguas muy limpias que transparentan su fondo.

Al borde se pasean las salamandras con su paso lento y pausado.

Para llegar al refugio bordeamos la laguna por su margen izquierdo.

El camino nos obliga a pisar algo de agua.

A su alrededor brotan plantas primaverales de gran verdor.

Los rayos del sol en el horizonte.

La laguna desde su vértice más ancho.

Junto a ella está el refugio.

Atravesamos una pasarela.


La zona de donde se alimentan las aguas de la Laguna Grande.

La laguna desde el refugio.

Es hora de descansar, de cambiar impresiones o simplemente de hablar de lo que se tercie.

Atardecer en la Laguna Grande.

Últimos rayos de sol con Pico Almanzor al fondo.

Una foto antes de acostarse.

El estacionamiento de los helicópteros en caso de precisar su uso.

Después de una larga noche sin pegar casi ojo, salimos al exterior y vemos el amanecer  con los primeros rayos sobre el Almanzor.


Un poste informativo nos indica la ruta a seguir.

Subimos rumbo al pico y percibimos las formas redondeadas de las piedras por su desgaste en contacto con los glaciares.

Atrás dejamos la Laguna.

Existen balsas de frías aguas remansadas.

Nos siguen más senderistas.

Llegamos al nevero y hay que cambiar de indumentaria.

De entre las rocas surge un amplio arroyo.

Miramos hacia Pico Almanzor y reflexionamos sobre lo dura que va a ser la subida.

Hay que decidir el camino más accesible.

Poco a poco y sin pausa.

Comienza la zona de neveros.

En la Hoya Antón se forma una “Y” que conduce a la Portilla Bermeja o por el contrario, a Portilla  del Crampón. La mayoría opta por la primera opción.

La pendiente se hace notar, pero la subida es fácil al poder apoyarse uno en las pisadas marcadas en la nieve.

Alguien ha llegado ya a lo alto de Portilla Bermeja.

Arriba nos encontramos con un vivac.

Y ¡cómo no! Una vista espléndida de la sierra de la Vera.

A partir de este momento  las piedras aumentan de tamaño y la dificultad para salvarlas también aumenta.

Aunque parece que está cerca, debemos bordear por su cara norte  para hallar un acceso.

Desde aquí tenemos otra panorámica.

El último spring.

¡Otro impulso más... que estamos llegando!

Desde arriba distinguimos la Laguna Grande.

Es obligatorio hacer turnos para fotografiarse en el punto geodésico mostrando nuestra cara de satisfacción al haberlo conseguido.


Toca hacer el descenso.

Volvemos sobre nuestros pasos al punto de partida y como punto y final este gran bollo preñao.