sábado, 14 de diciembre de 2013

Ruta naviega 2013


Por primera vez acudimos como club a la cita anual que convoca Peña Furada para realizar la ruta que va desde las inmediaciones de la localidad de Bao hasta Navia.
                  También se puede consultar  la entrada que hay en este mismo blog de la ruta realizada en junio de 2012.

Por razones de un malentendido, en cuanto al horario,  llegamos tarde, todos los participantes ya habían iniciado la marcha, pero no por ello dejamos de tomar un chocolate que nos ofrecieron.



En la campa,  que supone el pistoletazo de salida, hacemos la foto con todos los integrantes.



Discurrimos al lado del río Bao por una zona boscosa con especies típicamente asturianas como puede ser el eucalipto y otras enredaderas que trepan por diversos árboles.


También encontramos praderas con cercados que impiden huir al ganado.



El río hace acto de presencia con su discurrir tranquilo y pausado.



Como grupo que somos, para el evento, portábamos un pañuelo al cuello que nos identificaba con el nombre del club.





Salimos de este pequeño bosque y a lo lejos oímos el sonido de las gaitas.


Comenzamos a divisar los primeras vistas marítimas.


También tenemos extensos campos sembrados en los que comienzan a nacer el maiz y las líneas paralelas  que dibujan invitan a seguir con la vista.


A la música de las gaitas la amenizamos con baile.


Playa de Barayo a nuestra derecha.



Aparecen los primeros pequeños acantilados.

Nos proporcionan el primer avituallamiento de la mañana.


Alcanzamos con la vista al resto de los senderistas que discurren en perfecta fila india.


A pesar de comenzar más tarde nos entremezclamos con el resto de las personas.


La primavera ya está avanzada pero persisten al borde de las orillas plantas florales tempranas.







Multitud de colores  se ven a lo largo de la senda según la camiseta de cada uno.








Sinuosamente vamos bordeando todo el perfil de la costa.






Las gaviotas sobrevuelan nuestras cabezas a la espera de alguna presa despistada.


























Llegamos a Puerto de Vega que nos recibe con su pequeño puerto pesquero pero no por ello menos bonito.

Preciosas hortensias adornan las orillas de las calles.




Distintos útiles navales ocupan el parque con vistas al mar.




Tampoco han de faltar los típicos barcos, la lonja y el embarcadero.







Esta localidad tuvo el honor de albergar al ilustrado español por excelencia, Jovellanos, como indica esta placa.





A lo largo de un tramo una vistosa valla nos va dando la mano.















Un solitario árbol desnudo persiste al borde del acantilado,  presumiendo de sus enrevesadas ramas que le dan un atractivo especial.








También aparecen grupos de árboles en medio de estas planicies.











La mar hoy está un poco brava y origina espectaculares rompeolas al golpear fuertemente contra la orilla  que nos obligan a detener la marcha y observarlas detenidamente, inmortalizando este momento en nuestras cámaras.









No deja de aparecer entrantes y salientes entre el mar y la tierra.



A lo largo de la ruta existen paneles informativos ya sea con leyenda sobre el lugar o indicando el punto kilométrico en el que nos encontramos.

Playas desiertas se intercalan a lo largo de la travesía.


Llegamos a la playa Frejulfe en la que nos proporcionarán alimento para almorzar mientras descansamos a la sombra de la arboleda, pero antes hay que hacer un rodeo y salvar la desembocadura del río.

















Después de reponer fuerzas se agradece una pequeña siesta o simplemente cerrar los ojos.


Por el contrario,  una vez comido tranquilamente precisamente lo que menos apatece es una subida, pero es necesario tomar altura y acceder a la senda marcada.































En esta cuesta pronunciada el uso del camino dejó al descubierto las raíces de los eucaliptos que utilizamos como improvisados escalones. 










Llegamos al lugar en la que una sangría nos va a refrescar y permitir conversar con lo demás.






Según el indicador,  hasta la meta nos restan 45 minutos de caminata.










A lo lejos observamos una escalinata en z que da acceso a la playa del Moro.





Nos acercamos a la playa de Navia con sus verticales monumentos en donde podemos escuchar la orquesta de turno.



En esta emotiva foto se muestra la alegría de Rocío como logro de haber alcanzado la meta.


Estamos desencantados por no recibir ningún premio a pesar de las papeletas que jugábamos en el sorteo y para colmo, el sorteo nos robó el poco tiempo del  que disponíamos para echar un baile antes de emprender el viaje en autobús de regreso.







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