Para este domingo la ruta que hemos decidido fue la de la
subida desde la localidad de Olleros de Alba a Fontañán.
Aunque hasta ahora hemos tenido unos días de bonanza
climática, precisamente hoy la helada se hace notar en el ambiente y en
consecuencia en nuestro cuerpo. Por doquier aparecen charcos cubiertos de
hielo y a medida que avanzamos encontramos las huellas de senderistas que, por el azote de la helada nocturna, se han
petrificado momentáneamente hasta la aparición de los primeros rayos solares.
El recorrido es de 11 km,
de una duración aproximada de 5 horas, alcanzando 1.600 m de altitud en
el extremo más alto y caracterizado este lugar por unas vistas excelentes y por su importancia histórica. Continuamente
está señalizada con balizas como ésta.
Gran parte de la ruta discurre paralela al arroyo, dejándolo
en todo momento a nuestra izquierda y en ocasiones tenemos que pisar parte de su caudal, aunque
artificialmente se han preparado
acequias que conducen el agua adecuadamente para que no invada el camino.
Al principio vemos algún canal cuya finalidad es aprovechar el agua en su uso para el regadío
de praderas o pequeños huertos cercanos.
Pronto nos sorprende una pequeña cascada, “El Salto”, desde donde se aprecia cómo el valle se va
estrechando cada vez más hasta convertirse en una hoz.
A su alrededor
crecen chopos, sauces y otras especies propias de las riberas de los ríos que
en una explanada propicia son utilizados
para dar sombra en un merendero con mesas, bancos y barbacoas.
Seguidamente se continúan diversos desfiladeros destacando el “Callejón de Castrillos”
Seguidamente se continúan diversos desfiladeros destacando el “Callejón de Castrillos”
En todo momento nos acompaña el murmullo de las aguas del arroyo, cada vez más apagado a medida que ascendemos. Su curso discurre oculto entre la vegetación de helechos ya caducos por la estación del invierno.
Aparecen fuentes habilitadas para su consumo, donde no falta hasta un cazo para quien lo necesite y unos bancos para descansar y degustar las frescas aguas.
El cambio de vegetación respecto a las hoces es notable: las
encinas desaparecen para dar paso a robles y matorrales.
A nuestra espalda dejamos la proyección de los rayos solares
y el camino recorrido, perfectamente apto para el rodaje de vehículos hasta la
cima y hasta el comienzo del cresteo.
Percibimos las consecuencias de las nieves de los dos días anteriores en la cúpula de los montes.
También en las rocas surgen oquedades que posiblemente sean utilizadas por los animales que habiten en el lugar, como zorros, pues sobre la nieve hemos visto sus huellas marcadas.
También en las rocas surgen oquedades que posiblemente sean utilizadas por los animales que habiten en el lugar, como zorros, pues sobre la nieve hemos visto sus huellas marcadas.
Destrozamos con nuestros bastones todo la placa de hielo que
recubre el pilón que alcanza más de 1 cm.
Tenemos que afrontar varias circunstancias adversas: la
empinada cuesta, la resbaladiza nieve y
la zona embarrada que se ha reblandecido con la aparición de los
primeros rayos solares que nos obligan a caminar por los laterales para avanzar con mayor facilidad.
Llegamos a una de las lomas y la representación infantil del
grupo hace, simbólicamente, la cara de
un muñeco de nieve sobre la roca.
Empezamos a bordear para
encaminarnos a nuestro objetivo y desde aquí vemos la sucesión de diferentes
montes.
Llegamos a un
punto en el que distinguimos a localidades del valle de Gordón y enfrente a
Fontañán, al que accederemos por sendas
en sustitución al camino ancho
que nos acompañó hasta este momento.
Continuamos la
subida entre pequeñas urces que bordean el sendero.
Ya nos espera Iván en lo alto del primer montículo.
Ya nos espera Iván en lo alto del primer montículo.
Alrededor
existen trincheras que surcan la superficie de la cima y fueron testigos de la
guerra civil del 1936, perfectamente definidas sobre el terreno.
También
construyeron pasadizos que comunicaban un lado con otro y así poder controlar, de
este modo, diferentes ángulos del espacio.
Observamos a lo
lejos Brañacaballo que se yergue sobre todos los demás picos.
Es el momento de estampar una firma en el libro para dejar constancia de nuestra presencia en el pico.
Es el momento de estampar una firma en el libro para dejar constancia de nuestra presencia en el pico.
Más hacia el
oeste hay otra zona de trincheras más elaboradas con la utilización de hormigón
para la construcción de verdaderos bunkers defensivos.
En el exterior,
el aspecto del bunker es como si se internara en la roca.
El resultado de
mirar por estos ventanucos puede ser este.
Se domina, según donde se mire, la comarca de la Magdalena, el valle Fenar, la Robla, y el valle de Gordón y con estas vistas es hora de comer un pequeño taco y el postre típico de Semana Santa: las torrijas.
Se domina, según donde se mire, la comarca de la Magdalena, el valle Fenar, la Robla, y el valle de Gordón y con estas vistas es hora de comer un pequeño taco y el postre típico de Semana Santa: las torrijas.
Durante el
almuerzo pensamos sobre la repercusión que tuvo esta guerra en la historia de
España, en su momento y posteriormente, es por ello que todos los afectados se
merecen un homenaje puesto en boca de Serrat y en la pluma de Miguel Hernández,
poema titulado “Nanas de la cebolla” y dedicado
a su hijo que sufre el hambre y la falta de cariño por la ausencia de su padre
encarcelado.
Comienza el descenso, aunque decidimos no volver por nuestros pasos, sino coger un atajo que nos lleve al punto de partida, dejando al norte las trincheras.
Comienza el descenso, aunque decidimos no volver por nuestros pasos, sino coger un atajo que nos lleve al punto de partida, dejando al norte las trincheras.
Más abajo,
giramos a nuestro alrededor y vemos tanto Fontañán como el valle por el que hemos
ascendimos.
Ya aparecen las
primeras casas de Olleros de Alba.
En una de las curvas aparecen las grandes chimeneas que identifican a la Robla y más cerca, a Llanos de Alba.
En una de las curvas aparecen las grandes chimeneas que identifican a la Robla y más cerca, a Llanos de Alba.
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